El expresidente ecuatoriano Rafael Correa desarrolla su ponencia en la Conferencia del Instituto Samuel Robinson

Conferencia “Diálogo de Civilizaciones”: Ponencia del expresidente Rafael Correa

Muchísimas gracias a todos y a todas por estar aquí; es un honor estar con Fernando, con Evo y con todos ustedes.

Felicitaciones al pueblo venezolano por ese ejercicio democrático el día de ayer, por esa expresión clara, contundente, pacífica, alegre, tranquila, que han enviado el día 6 de diciembre para decidir sobre su futuro, futuro sobre el cual solo pueden decidir los venezolanos. Les pido disculpas por el atraso, creo que algunos han estado esperando bastante tiempo, pero el presidente Nicolás Maduro nos invitó un desayuno que se convirtió en un “brunch” (desayuno tardío), y alteró un poquito la agenda de muchos de nosotros.

Me han pedido que hable sobre el diálogo de civilizaciones y cuando hace unos días me comunicó esto Jorge me escandalicé y le dije yo que voy a hablar de civilización si soy un incivilizado de acuerdo a algunos, pero bueno, traté de dar algunas ideas importantes, sobre todo para establecer el marco de la discusión. Yo creo que aquí tuvo que ver mucho el presidente Zapatero, que él si ha trabajado bastante, profundamente, sobre todo como Presidente en lo que llamó la ‘Alianza de Civilizaciones’ a la que me referiré más adelante.

La palabra civilización misma, el concepto, nació en el siglo XVIII durante la Ilustración, ese gran paso de la humanidad donde en el mundo, las ideas y la razón vencía a los mitos. Precisamente para diferenciarse de la barbarie crearon ese término —civilización— como muestra de cultura, por supuesto, mucha influencia de la religión, instituciones, avances técnicos, y sobre todo en contraposición con la barbarie. Lamentablemente, como siempre se ha querido tener una definición hegemónica de lo que es civilización ya desde el año 1942, Joseph Schumpeter, un gran economista, aquel creador del concepto de destrucción creativa, es decir, la ventaja del capitalismo de acuerdo a él era la innovación, eso destruía viejas formas y construía nuevas, no es que ponía una tiendita más, ahí no estaba el valor del capitalismo para Schumpeter, sino en crear los supermercados, la innovación. Por supuesto —Schumpeter— confundía la base de ciencia, tecnología e innovación con el capitalismo, lo relacionaba, lo hacía inherente al capitalismo, lo cual no tiene que ser así.

Entonces, ya nos hablaba de una civilización capitalista. En su libro, un clásico Capitalismo, socialismo y democracia se había creado el pacifismo moderno y una nueva orden moral internacional, cosa bastante extraña porque lo escribió en el año 1942 cuando se estaba dando el conflicto más grande de la humanidad, sobre todo entre países capitalistas; el fascismo no era capitalismo neoliberal, pero era capitalismo. Bueno, ustedes saben que después de la Segunda Guerra Mundial viene el mundo bipolar, la Guerra Fría, hasta que en el año 1989 cae el Muro de Berlín y un par de años después se disuelve la Unión Soviética y viene un señor llamado Francis Fukuyama a decirnos que se acabó la historia (el fin de la historia), un pecado capital en un académico moderno.

Por supuesto, ese fin de la historia era la democracia liberal que era prácticamente inherente al capitalismo liberal, aunque no necesariamente componente de ese fin de la historia, pero muy cercano, de hecho, el fin de la historia lo podemos sintetizar en democracia liberal en lo político, y en lo económico poder consumir en ese entonces VCR y estéreos, en otras palabras, para él, el consumismo en lo económico era el avance civilizatorio y en lo político, la democracia liberal. Francis Fucuyama se fundamentaba mucho y prácticamente le dedica su libro como le decía El fin de la historia y el último hombre en el año 1992 —si la memoria no me falla— se fundamentaba mucho en un filósofo ruso hegeliano, Alexandre Kojève, que nos hablaba y recoge ese concepto —Fukuyama— del Estado universal homogéneo; él decía que el fin de la historia nos iba a llevar, primero, a un lugar donde no es que no iban a existir los problemas, sino que se iban a resolver pacíficamente gracias a la democracia liberal y gracias al sistema económico que permite el consumo que es el capitalismo liberal; y él le llamaba a esa situación recogiendo el término de Kojève “Estado universal homogéneo”, universal porque daba igualdad de derechos a todos los seres humanos y homogéneo porque decía que ese fin de la historia iba a lograr una sociedad sin clase. No, en realidad lo que estaban buscando era una sociedad homogénea como les había dicho, estandarizada por el consumismo, Fukuyama relacionaba el fin de la historia, las bases civilizatorias, con el nivel de consumo en esa época.

En 1995, un historiador norteamericano, Samuel P. Huntington, contradice el fin de la historia de Fucuyama y dice que los conflictos van a seguir, pero ahora van a seguir de una nueva clase, van a ser conflictos entre civilizaciones lo que se llamó Clash of civilizations [título en inglés] o el choque de civilizaciones. Huntington dividía a las civilizaciones mundiales en ocho, obviamente los países desarrollados de religión católica o protestante como la civilización occidental, excluyendo, sobre todo, a los ortodoxos para no incluir a Rusia en ese grupo; China, Japón, a la cual, pues, le hacían muchas concesiones a la civilización japonesa porque obviamente contribuía al capitalismo, al consumismo y a todo lo que ellos estaban defendiendo.

 A nosotros, gracias a Dios, también nos pusieron como civilización pero no occidental, argumentando que nos mezclamos con las culturas amerindias, pero obviamente ese no es el caso de Uruguay, Argentina, no nos engañemos, era tan solo porque no somos desarrollados, por eso éramos una civilización diferente, pero bueno, al menos nos consideraron civilización; y decía que los conflictos era el gran choque de civilizaciones y también establecía un concepto muy parecido al de Schumpeter, 50 años antes, cuando llamaba la cultura Davos, es decir, ese millar o millares de hombres de negocios, grandes banqueros que se reúnen cada año en Suiza para decidir los destinos del mundo y que comparten supuestamente, pues, el individualismo, el egoísmo racional, la fe en el mercado, y en lo político supuestamente la democracia liberal. Bueno, Huntington también estaba equivocado, los conflictos no vendrían del choque de civilizaciones merced de la diferencia de pensamientos, de visiones, de valores de principios.

Por ejemplo, si Haití fuera una civilización diferente no le hicieran el más mínimo caso, pero, ¿por qué le hacen tanto caso a la civilización China? Porque este país empieza a disputar recursos escasos, desde el origen de la humanidad la base de los conflictos siempre ha sido la disputa de los recursos escasos y prevalece no el que tenga la razón, no el que tenga de su lado la justicia, sino tan solo el más fuerte. Luego, a finales de siglo,  la ONU tiene como iniciativa un diálogo entre civilizaciones, por las  fricciones que habían, sobre todo, con el islam; el presidente Rodríguez Zapatero, que lastimosamente no nos ha podido acompañar el día de hoy, fue un paso más allá, y propuso en el año 2008, a nivel de Naciones Unidas, el concepto o la iniciativa de una ‘Alianza de Civilizaciones’, que básicamente consistía en profundizar no solo el diálogo, sino el intercambio, conocernos mucha más, argumentando que el problema estaba en el desconocimiento que las civilizaciones tenían entre ellas, pero al menos se da un paso adicional, ya no era la civilización capitalista, no era el fin de la historia, el Estado homogéneo universal o la cultura Davos, ya se reconocía que habían diferentes civilizaciones, el pluralismo y que debía existir tolerancia.

Rafael Correa centró su ponencia en el concepto de poder dentro de la dinámica de la civilización. (Foto: Cancillería Venezuela)

Por supuesto que no somos iguales, somos diferentes y no significa que lo uno sea superior a lo otro, hay argumentos que critican uno de los grandes enigmas del desarrollo, el porqué América del Norte se desarrolló y América del Sur del Río Grande no se desarrolló; sociólogos como Max Webber dicen: la respuesta está en el espíritu del capitalismo que venía de ese espíritu protestante donde no se satanizaba el trabajo, la acumulación, etcétera y aprovecharon las ventajas de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, mientras que nuestras sociedades, las latinoamericanas se caracterizaban en gran medida por ser sociedades tradicionales que no buscan la acumulación ilimitada, que no buscan el consumismo, sino que buscan tener lo mínimo para mantener sus costumbres y modo de vida. Entonces alguien dirá, sí, y por eso estamos atrasados, pues probablemente, pero por ejemplo se está volviendo al tradicionalismo con el crecimiento cero en Europa, decir que ya tenemos lo suficiente, mantengamos el modo de vida pero protejamos al planeta. Entonces al final el tradicionalismo no estaba tan equivocado, lo importante es que debemos entender que existen diferentes visiones, no existe la misma institucionalidad, conjunto de valores que algunos creen por ser países hegemónicos que son valores universales, no, y que hay que respetar los diferentes puntos de vista, valores, principios de las diferentes sociedades; por ejemplo, para la sociedad anglosajona, para la cultura Davos, para uno de esos banqueros time is money, el dinero es tiempo, pero para una sociedad tradicional probablemente money is time, se está desperdiciando tiempo para acumular dinero, porque ellos disfrutan mucho el tiempo libre, los bienes relacionales y están en lo correcto siempre con límites. Cuidado, tampoco podemos justificar la pobreza, las patologías de la miseria o que se nos mueran niños por gastroenteritis porque nosotros preferimos el tiempo libre, sabemos cómo vivir y son los otros los que no saben vivir porque se la pasan acumulando, no, debemos tener lo elemental, por ejemplo, para satisfacer necesidades base, para eliminar toda clase de pobreza, pero eso es muy diferente a la acumulación ilimitada.

Como les decía, probablemente la crisis ecológica y que se puede llamar crisis civilizatoria que estamos viviendo le está dando la razón al tradicionalismo, siempre y cuando se mantengan y se respeten ciertos límites que es tener los niveles de productividad adecuados para vencer toda forma de pobreza y para evitar males que en el siglo XXI son una vergüenza, que en América Latina se nos mueran niños por dengue, gastroenteritis, enfermedades de la miseria, que sirvan esos niveles de productividad para tener cierta acumulación y proveer los bienes comunes que necesitamos en el sistema de salud y etcétera, pero que es muy diferente, como les decía, al consumo ilimitado de esa cultura Davos, de ese civilización capitalista; y creo que esta pandemia nuevamente nos ha demostrado la importancia de esa visión, que al final del día cuando se derrumba el mercado, cuando no se puede salir a trabajar es mejor quedarse en casa con un quintal de papas de producción real que con un quintal de billetes, porque las papas se pueden comer y los billetes no.

Entonces se ha demostrado qué es lo esencial realmente, que esta locura que ha vivido la sociedad de acumular, de consumir, producto de una civilización hegemónica que cree que sus valores son valores universales, no nos lleva a ningún lado. Sin embargo, toda civilización debe respetar los valores fundamentales. No podemos en nombre de las diferentes civilizaciones, por ejemplo, tolerar en el siglo XXI la discriminación de la mujer, no podemos tolerar que unos por tener un apellido, abolengo, sistemas monárquicos absolutistas tengan más derecho que alguien que no nació en esa clase de cuna, no podemos tolerar torturas, no podemos tolerar privación arbitraria de la libertad y si ustedes quieren una de las características más fundamentales de la civilización como a diferencia de la barbarie, son sistemas de justicia que con leyes preestablecidas, el debido proceso, la presunción de inocencia, juzguen a una persona que presumiblemente ha cometido una infracción, no podemos tolerar sistemas donde no existan esas garantías fundamentales, donde sea la ley del más fuerte, donde haya arbitrariedad en la aplicación de penas, etc. ¿Cuáles son? La pregunta es obvia, cuáles serían esos valores universales y podríamos decir en principio, la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas, pero esa Carta fue hecha en 1948 y tiene bastante influencia de la civilización occidental; por ejemplo, se pone como derecho humano la defensa de los derechos de la propiedad intelectual, lo cual es bastante criticable, pero así no lo sea,  no es ni de lejos lo fundamental, y prácticamente no se habla de ese derecho fundamental que es gozar de un medio ambiente sano o dejarle un planeta donde vivir a las futuras generaciones, eso tendrá que revisarse, pero obviamente hay valores fundamentales que tienen que cumplir las diferentes civilizaciones.

Por ejemplo, y hablemos claro, en el mundo indígena no se puede tolerar sanciones que atenten contra la dignidad humana, latigazos, hortigazos, etc., como algunas veces existen. Tal vez los conceptos que mejor definen esos valores comunes que debe tener toda civilización son esos conceptos con los que empieza la creación de derechos humanos que son la búsqueda de la libertad, justicia y paz. Nuevamente cuál es el problema, sobre todo para los jóvenes que la interpretación que le demos a estos conceptos, la libertad para lo neoliberal es la no intervención, justicia ante la ley, igualdad de condiciones ante la ley, paz —ausencia de violencia— pero las tremendas iniquidades que existen en continentes como el latinoamericano, el continente más desigual del planeta, son balas cotidianas contra la dignidad humana, existe violencia estructural, entonces el problema es cómo se concibe cada uno de estos conceptos; libertad, por ejemplo, es de los conceptos más utilizados y más manoseada de la historia, en nombre de ella, libertad, tres mil cabezas rodaron en la Revolución Francesa.

Cuando Madame Roland iba a la guillotina acusada de contrarrevolucionaria, dijo: “Libertad, cuántos crímenes se comenten en tu nombre”, libertad, como les decía, para un neoliberal es la no intervención, que el luchador de doscientos cincuenta kilos pelee contra el de cincuenta kilos y sin árbitro, para nosotros —el progresismo— la libertad es la no dominación y para eso se tiene que intervenir y para eso debería haber acción colectiva, y para eso debe haber la reflexión de la sociedad por medio de procesos políticos para construir leyes que controlen cualquier poder fáctico en una sociedad, como por ejemplo, el poder mediático. Entonces, hay que conseguir la verdadera libertad que, en nuestro concepto, es la no dominación y eso implica garantizar oportunidades para todos, limitar los poderes fácticos que existan dentro de una sociedad; el problema del poder es muy grave, luego reflexionaré más adelante al respecto brevemente. Justicia, ¿quién va a estar en contra de la palabra justicia? ¿Pero qué es justicia? Nuevamente para los liberales, justicia es la igualdad de condiciones frente a la ley, pero, y la igualdad material o al menos la razonable adecuada distribución de recursos, ingresos y riqueza sociales, pues no entra dentro de su radar de justicia.

Dentro de la visión neoliberal, todo intercambio voluntario con información que deja mejor a los dos agentes que antes, es justo, bueno, es el mercado, está haciendo algo  justo y bueno, y se les olvidan las asimetrías reales de condiciones. Para graficar esto imagínense una chica perdida en el desierto que está apunto de fallecer, se encuentra con un sinvergüenza que tiene botellas de agua, para la chica lo peor que le puede suceder es morir, para el chico darle un vaso de agua no es nada, hay perfecta información y la chica le dice sálvame la vida, dame agua, y él le dice que sí pero si se acuesta con él. Insisto, dejarse abusar no es menos malo que morir. La chica va estar mejor después del intercambio voluntario e informado, y para el tipo acostarse con la chica es mejor que sacrificar una botella de agua, fue intercambio voluntario, informado y los dos quedaron mejor que antes. Pero cualquier sociedad civilizada va a sancionar ese comportamiento y lo va a repudiar, estaba esa chica en una condición de explotación y este ejemplo tan sencillo se los puedo extrapolar a cosas menos extremas: los salarios básicos, que si alguien acepta trabajar por un salario miseria voluntariamente quiso trabajar tenía información adecuada y va a estar menos mal que estando desempleado, sí, pero resulta que lo están explotando, y ahí tiene que intervenir la sociedad.

Entonces, el concepto de justicia también varía de acuerdo a las diferentes ideologías y como les decía la libertad es no dominación, justicia sí es más difícil de definir, pero lo que sí les puedo decir es que para que haya verdadera libertad debemos empezar por tener verdadera justicia; esa chica, ese trabajador, no eran libres, eran explotados y de estas dos cosas creo que si se cumplen adecuadamente estas dos primeras cosas, verdadera libertad entendida como no dominación y verdadera justicia, dar oportunidades, dar a cada quien lo que corresponde, lo tercero se da prácticamente por extensión. La paz, la verdadera paz solo se puede basar en la justicia, paz sin justicia es pacificación, entendamos eso, paz no es la ausencia de guerra, paz es presencia de la libertad, presencia de justicia, presencia de equidad, presencia de oportunidades, presencia de prosperidad y el derecho a vivir bien, no a vivir cada vez mejor que ayer ni acumulando, no, vivir dignamente todas y todos los seres humanos ¿Cuál es el principal problema que yo veo para ese diálogo de civilizaciones? Para esa alianza entre civilizaciones, para verdad compartir esos valores fundamentales que creo al menos nombrándolos así libertad, justicia y paz no va a encontrar contradictorios, todo el mundo va a apoyar que cualquier civilización debe compartir esos valores en los que se fundamentan los derechos humanos.

El expresidente ecuatoriano realizó un balance sobre los desafíos y retos del continente en esta coyuntura histórica. (Foto: Cancillería Venezuela)

El problema es el poder, mientras en la vida real no se impongan los valores, la verdad, los principios, sino el más poderoso obviamente no habrá libertad, obviamente no habrá justicia y a lo sumo habrá pacificación, eso lo vemos a cada instante y en todos lados y algunas veces no nos sorprendemos, lo cual es más grave. Aquí veo, queridos hermanos españoles, como se trató el problema de las hipotecas en España, cuando había exceso de liquidez los bancos prestaban a los ciudadanos, buscaban a los ciudadanos para colocar el crédito y ellos mismos valoraban la casa y como había una burbuja inmobiliaria la casa que costaba 50 mil, ahora valía 200 mil y le prestaban 250 mil para los muebles y el vehículo, entonces cambia la burbuja inmobiliaria, la casa vuelva a valer 50 mil, y la gente tiene que devolver sus casas y además se quedan endeudados con el banco, que ya no se las reciben a 200 mil, y eso les pareció correcto y lo aguantaron los españoles, país desarrollado.  Cuando eso, la absoluta supremacía del capital sobre los seres humanos, cuando el riesgo moralmente debía caer sobre el capital no sobre los seres humanos, pero estamos acostumbrados a que todo sea en función de capital, lo que yo llamo el imperio del capital, el más poderoso, no la razón, no la justicia.

A nivel internacional, la nueva división internacional del trabajo, el conocimiento que producen los países del primer mundo técnicamente, y perdonen mi deformación como economista, y si aquí hay jóvenes estudiantes de la universidad y si están estudiando economía en buena hora, este es un concepto sumamente importante, es lo que se llama un bien público de libre acceso. Si yo tengo un software es facilito copiar un software y que yo utilice el software Power Point, Word, no impide que Jorge lo utilice, que Evo lo utilice, que Fernando lo utilice, eso es lo que se llama que no existe rivalidad de consumo, técnicamente entonces cuando ya está ese bien creado mientras más gente utilice el bien más bienestar social, deberíamos promover a que se le utilice, pero se privatiza el conocimiento, nuevamente la primacía del capital sobre los seres humanos. A nivel mundial se requiere una nueva gestión del conocimiento.

Nosotros somos de los países de la región con leyes más estrictas en cuanto a cumplimiento de patentes, etcétera, lo cual es estúpido porque no somos productores de conocimiento, pero son de las tantas contradicciones de América Latina porque meten preso a la gente si se copia un software, si no se pagan regalías y es lo más cercano a la prisión por deudas dicho sea de paso. Entonces cómo se excluye si técnicamente es tan difícil, institucionalmente sancionando al que copia el software, pero por el contrario nosotros somos productores de bienes ambientales, sin la selva amazónica probablemente la vida en el planeta se complicaría muchísimo, es un bien de libre acceso también, pero rival en el consumo, que se contamine ese aire puro producido por la Amazonía significa que vamos a respirar aire menos puro, que se destruya la selva amazónica en función de transnacionales significa que las futuras generaciones van a recibir menos selva amazónica, ese bien debería estar restringido. A ese bien se le debería dar capacidad de exclusión y no se hace absolutamente nada, los más poderosos no firman Kioto, lo más poderosos renuncian a la COP21, si ven cómo todo en la realidad se rige por el poder e incluso con doble moral, esta es la nueva e injusta división internacional del trabajo, ellos producen conocimiento que privatizan cuando debería estar disponible para todos.

Pongamos los ejemplos de medicina. Cuando se descubrió la cura para la hepatitis C, mortal, el tratamiento costaba más de 80 mil dólares y quien no los tiene se va a morir de hapatitis C o va a sufrir de esta enfermedad, entonces el conocimiento se privatiza cuando debería estar disponible para todos, y los bienes ambientales, que sí deberían estar restringidos, están disponibles. No se obliga a los países contaminadores a firmar Kioto, COP21, porque todo es cuestión de poder, por un instante imaginen que la selva amazónica estuviera en Estados Unidos y nosotros fuéramos Venezuela o Ecuador y los contaminadores, quién dudaría de que ya nos habrían hasta invadido, ¿no? Precisamente en nombre de la civilización, derechos, o exigirían una justa compensación porque ellos están produciendo esos bienes ambientales; y no quiero seguirlos agotando, pero podemos hablar de ejemplos muy recientes; el golpe de Estado en Bolivia, la doble moral terrible que se ha vivido defendiendo una dictadura descarada de Jeanine Añez, con el aplauso de la OEA, reconocida por muchos gobiernos. Lo que estamos viviendo en Ecuador, la inscripción a las candidaturas presidenciales que empezaron el 18 de septiembre, hoy 7 de diciembre y todavía no está lista la inscripción de nuestro binomio que lidera todas las encuestas, por un instante imaginen que eso hubiese sucedido en Venezuela, existe una doble moral terrible a nivel internacional, el orden mundial no es solo injusto, es inmoral y todo responde a las relaciones de poder, en función del más poderoso, no de la verdad.

Aquí mi mensaje final, seguramente profundizarán Fernando y Evo en muchas otras cosas, así como en el siglo XVIII apareció el concepto de la civilización para diferenciarnos de la barbarie, hija, hijo, ese concepto de la Ilustración, el triunfo en el mundo de las ideas de la razón sobre los mitos, para mí el verdadero avance civilizatorio, se dará cuando en el mundo real, en el mundo de cada día, en el mundo material, esa razón triunfe sobre el poder.

Muchas gracias.

AUTOR
Instituto Samuel Robinson
ASOCIADO