El Canciller Jorge Arreaza dicta su ponencia en la conferencia inaugural del Instituto Samuel Robinson

Conferencia “Venezuela e Irán en la defensa del mundo por hacer”: Ponencia del Canciller Jorge Arreaza

Es un honor como investigador que soy del Instituto Samuel Robinson. Samuel Robinson, queridos compañeros, era el seudónimo de Simón Rodríguez, el maestro más importante del Libertador Simón Bolívar. Simón Rodríguez tuvo que salir de Venezuela a finales del siglo XVIII porque ya estaba involucrado en las conspiraciones, justas, para subvertir el orden de entonces y promover la independencia de Venezuela en este caso, pero de la América toda. Y se fue a Estados Unidos y a Europa. Fue un hombre muy original. Lo persiguieron como hoy pueden perseguir a cualquiera que sea miembro del gobierno de Irán o del gobierno de Venezuela. Como lo perseguían, utilizó el seudónimo Samuel Robinson. Sus mismas iniciales, SR, pero con una nueva propuesta de su personalidad y de su intelectualidad.

Yo quisiera aprovechar esta oportunidad para partir también de una propuesta que estamos seguros de que Samuel Robinson pudo sembrar en Simón Bolívar: la propuesta del equilibrio en el mundo. Decía Simón Bolívar, en distintos momentos, que se ameritaba o que era necesario promover el equilibrio del universo. Se lo decía a la Inglaterra –que era el gran poder que surgía en ese momento– ante la dominación y la fortaleza del imperio español en estas tierras. Y también ya se lo asomaba, incluso, a los Estados Unidos; lo hizo de manera predictiva. Una frase que ha sido muy famosa, de 1829, donde decía que “los Estados Unidos parecía destinado por la providencia para plagar a la América de miseria en nombre de la Libertad”. Fue profético, porque efectivamente eso es lo que ha ocurrido.

Pero pensamos en el reencuentro de Simón Bolívar y Simón Rodríguez. Los dos Simones viajaron juntos, vieron la coronación de Napoleón; Simón Rodríguez –Samuel Robinson– criticó aquella coronación porque había transformado una revolución en una autocracia, en un pequeño imperio que cabía en el pecho de un solo hombre de baja estatura, en aquel momento. Y diferenció, luego en los tiempos, a Napoleón de Simón Bolívar cuando Bolívar se creció en la liberación de este continente. Pero luego se reencontraron y cuando supo el Libertador que estaba su maestro de nuevo en Bogotá, le escribió una hermosa carta donde le decía que primero le reclamaba que cómo era posible que esté usted en Bogotá y no tenga yo noticias de ello directamente, y luego le decía: “Usted formó mi corazón para lo grande, para lo hermoso, para lo justo”. Y ahí se ve, pues, la influencia que tuvo el Simón maestro en el Simón Libertador, estudiante.

Para entender de dónde viene esta lucha en el caso venezolano, que no es por supuesto el caso iraní, con su gran historia, con el imperio persa, con su resistencia ante tantas dominaciones por miles de años, en estos dos mil años que ha resistido, que ha enfrentado, que ha superado y que pretenden algunos infantiles del mundo de hoy vulnerar la soberanía de Irán, pretendiendo decidir por el pueblo persa como si no conocieran la historia; tal vez no la conocen, probablemente la ignoran y por eso se atreven tan solo a pensar que pudiesen tener éxito, cuando eso está descartado por las condiciones del pueblo iraní.

Pero si pensamos en Venezuela, hay varios eventos que, como les decía, ya esa frase de Simón Bolívar, fue muy elocuente, eso fue en 1829, pero ya en 1818 había tenido el Libertador el primer desencuentro con un agente, el primer agente diplomático de los Estados Unidos enviado a Venezuela: John Baptist Irvine. Se suponía que las noticias que rodearon su venida a Venezuela eran que venía a darle el reconocimiento de los Estados Unidos a la república naciente de Venezuela; se suponía que venía a ofrecer los buenos oficios y que Estados Unidos, incluso, pudiese abandonar su política de neutralidad. Porque Estados Unidos, viniendo de una guerra contra un imperio, un proceso de liberación a finales del siglo XVIII, nunca apoyó los procesos de independencia de la América del Sur; y por supuesto no fue así, vino a otra cosa: a reclamarle al Libertador que le devolviera unas embarcaciones que habían violado un Decreto suyo en el río Orinoco, un decreto publicado, soberano, por el Estado venezolano en aquel momento. Dos goletas norteamericanas con armas, con municiones, con suministro, pretendían violar el bloqueo y hacérsela llegar al ejército realista que todavía persistía y resistía en la ciudad de Angostura, hoy Ciudad Bolívar.

Pero si pensamos de dónde viene el origen de esa política de los Estados Unidos, que no fue neutral, al contrario, incluso hubo una ley, querido Canciller Zarif, si no me equivoco de 1817, según la cual si un norteamericano, un estadounidense, era identificado como impulsor o como soporte de los procesos de independencia de las colonias americanas, sería multado con 10.000 dólares y sentenciado a prisión por diez años. Es decir, el que se atreviera a apoyar la independencia de nuestra República iría a la cárcel y sería multado. Ese era Estados Unidos, la gran democracia, el gran país liberal que surgía. Eso fue 1817-18. Pero vayámonos más atrás, vayámonos incluso antes de la Declaración de la Independencia de Venezuela. 1786, a diez años de haberse conformado los Estados Unidos, uno de sus llamados padres fundadores, el señor Thomas Jefferson dijo lo siguiente: “Nuestra Confederación debe ser considerada como el nido desde el cual toda América, así la del Norte como la del Sur, haya de ser poblada, más cuidémonos de creer que interesa a este gran continente expulsar a los españoles, por el momento aquellos países se encuentran en las mejores manos…”. Ya nos decía Jefferson que estaban las colonias americanas en las mejores manos, por ahora, mientras tanto, y que cuando ellos crecieran demográfica, económica y militarmente se las arrebatarían a España, una a una, pedazo a pedazo, y que solo esperaba que España tuviese suficiente fortaleza para mantenerlas unidas. Pero no la tuvo. Estados Unidos ayudó a España a mantener esas colonias. De aquí vienen, este es el origen de esta disputa.

Tenemos dos tesis en nuestro continente americano, queridos hermanos de Irán: el monroísmo, que viene de la Doctrina Monroe, del señor James Monroe, presidente de los Estados Unidos, y su secretario de Estado, John Quincy Adams. Ante la amenaza, que era real, de que las naciones europeas pretendieran reconquistar las recién independizadas naciones sudamericanas y centroamericanas se ponían como defensores. Aprovechándose de estar en la vanguardia de los procesos de independencia de Nuestra América, decían que ellos cuidarían de que en este continente no entrara nunca una potencia extracontinental; se reservaban entonces este continente para ellos. La síntesis de la Doctrina Monroe es “América para los americanos”, pero se refieren no a los americanos del Sur, sino a los del Norte. 

Jorge Arreaza desarrolló su ponencia teniendo como ejes el pensamiento venezolano y la importancia geopolítica de las relaciones entre Irán y Venezuela. (Foto: Cancillería Venezuela)

En la expansión territorial, Estados Unidos, aquellas 13 colonias del este del país  fueron comprando territorios, arrebatándolos; un genocidio contra los pueblos indígenas de la América del Norte. Se fueron hacia el oeste, dominaron los océanos, el oro, le arrebataron el territorio a México. Llegó un momento en el cual ya su crecimiento demográfico y económico no se correspondía con el territorio que habían conquistado y decidieron cambiar la estrategia.

Y para Bolívar, el proyecto era de unidad, pero no de unidad impuesta, tampoco ficticia: era una unidad que se promovía desde México hasta Argentina, hasta Chile, pasando por el Caribe, toda la Cordillera Andina y luego se incorporaría, con el tiempo, Brasil, que en aquel momento todavía era parte del imperio portugués. Ese es el proyecto del Libertador.

Bolívar ya se enfrentó con los Estados Unidos, en baja escala, en baja intensidad. Estados Unidos no era todavía un imperio consolidado en aquel momento, pero daba ya las señales de que así sería. Luego del Destino Manifiesto de John Sullivan, y posterior a la Doctrina Monroe, salió el Corolario Roosevelt, donde ya decían que si en alguno de los países de Nuestra América veían ellos un gobierno que no se correspondía con el orden civilizado —lo que ellos consideran orden civilizado—,  tendrían el derecho a intervenir y a cambiar ese gobierno y así lo hicieron. ¿Cuántas veces? O bien lo hacían de manera evidente en forma de intervención directa, una invasión, como en República Dominicana, en Nicaragua, en Haití, en Cuba, en tantos de nuestros países; o lo hacían mediante ese proceso de anexión de las élites gobernantes en cada país. Y si esa élite no respondía, bueno, promovían un golpe de Estado, un cambio de régimen. Es así como llegamos hasta aquí, y donde estamos con Irán, en esta pelea, en esta lucha.

El comandante Chávez identificó en Irán una relación de potencial beneficio compartido para ambos pueblos, y miren, queridos hermanos de Irán, querido hermano Zarif, que en ese momento era arriesgado pensar en Irán. Veníamos nosotros de ser una neocolonia, en proceso de convertirnos casi en una colonia norteamericana, en un Estado de la unión prácticamente. Si no llega el pueblo al poder en 1998, como ocurrió en Irán en 1979, hubiese sido anexado —estando en esta parte del mundo— hubiésemos pasado a ser, lamentablemente como nuestro hermano Puerto Rico o quizás, incluso peor, por el petróleo, por los recursos que tenemos. Hugo Chávez llegó al poder en un país que solo tenía relaciones con los Estados Unidos, que tenía una integración de élites económicas en la Comunidad Andina, que tenía algunas relaciones con la Península Ibérica y un poco más allá. Pero ya no había más, éramos dependientes, éramos unos mandados y se obedecía.

Hasta la llegada de Hugo Chávez las decisiones en Venezuela se tomaban en la Casa Blanca, en el Pentágono, en el Departamento de Estado, en el Departamento del Tesoro de los Estados Unidos, en el Fondo Monetario Internacional. No se tomaban aquí en el Palacio de Gobierno de Miraflores o en la Asamblea Nacional. Ni en una comunidad, en una asamblea de una comuna de un Parlamento Comunal. Y llegó Chávez y dijo “me voy”. Primero se fue al sur como presidente electo. Fue a los países del Mercosur, nuestra gran apuesta bolivarianista versus el monroísmo. Una primera señal. El comandante Chávez ya había establecido una relación con Cuba antes de ser presidente, otra señal que había dado. Luego se fue a China,  a Rusia. Y la tercera gran relación que conformó en su visión diversificada de las relaciones internacionales de Venezuela, de una política exterior libre, autónoma, fue con Irán. Recordamos sus primeras visitas con el Ayatolá, con el para entonces presidente Jatamí. Después eso creció y se profundizó con el gobierno del presidente Ahmadineyad.

Ahora estamos en el clímax de nuestra relación en este momento histórico, con el gobierno de Irán y el presidente Rohaní. En esa visión de un mundo multipolar: un mundo sin imposiciones, sin dominaciones; un mundo de paz y seguridad que coincide con el mundo que está en la Carta de las Naciones Unidas. Carta que pudiese estar mejor redactada, que pudiese ser distinta, pero está aquí dibujado ese mundo con el que soñó la humanidad hace 75 años, en 1945. Es el mundo que nos empeñamos en crear y que sabemos que Irán quiere crear.

El ataque, el asesinato extrajudicial contra el mayor general Soleimani a principios de este año fue una provocación e Irán respondió con dignidad y respondió con proporcionalidad al más grande ejército que existe, que haya existido en la humanidad. La República Islámica de Irán le respondió con proporcionalidad y se hizo respetar. Hizo que el imperio norteamericano, que Washington y Tel Aviv, tuviesen que retroceder en sus intenciones con Irán; por eso es tan importante esta relación estratégica.

Yo no quiero extenderme mucho más, pero hay un símbolo de esta unión que este año se ha expresado. Así como Venezuela en momentos de dificultad el comandante Chávez envío a Irán gasolina cuando la industria iraní, la industria petrolera iraní, estaba siendo asediada. El presidente Chávez no lo pensó dos veces y envió gasolina hasta Irán. Bueno, ahora han enviado desde Irán. Contra las sanciones perversas, malditas, pudiésemos decir. Esa palabra es muy desagradable, pero esas medidas coercitivas que le hacen daño a nuestros pueblos… ¡qué dolor da ver en Venezuela una familia o una persona haciendo horas de cola para poder abastecer su vehículo con gasolina, o una persona teniendo que buscar cocinar con leña porque no tiene cómo distribuirse las bombonas de gas, por tanto daño que le han hecho a nuestro pueblo y, peor aún, una persona que vaya a un hospital y no consiga un insumo, un medicamento, el dolor que eso produce!

Hay una persona que conocen en Irán que se llama Richard Nephew, ahora profesor de la Universidad de Columbia. Fue el asesor del presidente Barack Obama para las sanciones contra Irán. Nephew escribió un libro que se llama El arte de las sanciones, y en ese libro dice claramente que no hay que utilizar eufemismos, que el objeto de las sanciones —estas sanciones que no son las de las Naciones Unidas en decisión colectiva, sino las unilaterales arrogantes y prepotentes criminales de Estados Unidos—, que el objeto de estas sanciones, decía, es generar dolor en los pueblos, del país que es objeto de esta agresión, y, como segundo punto, dice que “hay que analizar las vulnerabilidades de ese Estado, el Estado donde se dirigen las sanciones, y una vez identificadas las vulnerabilidades allí es donde tenemos que aplicar las sanciones con mayor fuerza y ofrecerle entonces al Estado sancionado una especie de entre acuerdo y capitulación para quitarle las sanciones”.

El canciller venezolano también recalcó la urgencia de crear un nuevo mundo multipolar. (Foto: Cancillería Venezuela)

Hoy se ha hecho efectiva la retirada del gobierno de Estados Unidos del Acuerdo de París por el cambio climático, del mismo modo en que se retiró del Consejo de Derechos Humanos, como también se retiró de la Unesco, del acuerdo con Irán y varios países, el Plan de Acción Integral Conjunta, mejor conocido por sus siglas en inglés: JCPOA, de manera absolutamente violatoria de resoluciones del Consejo de Seguridad, y ahora pretende seguir imponiendo sanciones que se establecieron hace años y que ya no tienen vigencia por el acuerdo entre los países del JCPOA y de la República Islámica de Irán.

En estos días le preguntaban al presidente Maduro que si Venezuela estaba planificando comprar armas a Irán. Incluso salió un señor, muy amigo nuestro, del señor Zarif y mío, Elliot Abrams, diciendo que si los misiles que estaban en un buque dirigiéndose a Venezuela persistía, ellos los interceptarían. Es la locura. Están locos, delirando. Se ha demostrado en las últimas 48 horas el delirio imperialista: la plutocracia peleándose por el dominio político tras las recientes elecciones presidenciales.

No, no hay un buque con misiles viniendo a Venezuela. No inventen. Sin embargo, sí hay una relación y el día que Venezuela, el día que nuestra Fuerza Armada Nacional Bolivariana considere con la Fuerza Armada de Irán que sea necesario adquirir armamento del tipo que sea de Irán, lo haremos de manera soberana, independiente y nada ni nadie podrá impedirlo. Eso es lo que nosotros hacemos juntos, y con esto quiero terminar. Hay un símbolo que ya nombré: Elliott Abrams, un señor muy conocido en este continente porque estuvo detrás de la sangre de la guerra en Centroamérica, en Nicaragua; porque utilizó y alimentó una guerra entre Irán e Irak para obtener de allí los recursos para alimentar otra guerra en Centroamérica. Hubo masacres que ese señor ordenó aquí en nuestro continente, en Nuestra América. Fue procesado y luego indultado por George Bush. Ese señor de la guerra, ese señor de la Guerra Fría y del terror, primero era el Enviado Especial para los Asuntos de Venezuela y fracasó. Luego el señor Trump lo nombra Enviado Especial de Asuntos para Venezuela y para Irán, en una sola persona. Allí la agresión. Pero también esa persona simboliza el fracaso de esa política de violencia contra Venezuela y contra Irán. Pase lo que pase en este momento en los Estados Unidos, nosotros ya podemos decir que el señor Elliott Abrams fracasó en su estrategia, que el señor Elliott Abrams, los halcones y el presidente Trump fracasaron en su intención de decidir sobre Irán y de decidir sobre Venezuela.

Por eso, querido Canciller Zarif, yo quiero cerrar esta intervención volviendo al equilibrio del universo del que hablaba nuestro Libertador Simón Bolívar. Hay una propuesta que ya hemos comenzado a trabajar, dos grupos en Naciones Unidas. Un grupo para defender esta Carta, el grupo de países en defensa de la Carta de las Naciones Unidas, donde estamos Irán, Venezuela, pero donde también están, nada más y nada menos que China y Rusia, que se incorporaron en el marco de Naciones Unidas y tenemos que reforzarlo, activarlo con más fuerza. Y también hay otro grupo que el presidente Maduro propuso —también Irán estaba ya trabajando— esa idea de los países que han sido sometidos a medidas coercitivas unilaterales, a sanciones. Son dos cosas distintas, pero se cruzan uno para defender los propósitos, los principios de esta Carta, para que no haya países que puedan violentarla impunemente, para que Naciones Unidas asuma el rol que tiene que asumir y levante la voz cuando la tiene que levantar y le ponga freno a los que se desbocan desconociendo la letra de esta Carta y promoviendo la guerra, el conflicto, el hambre, etcétera. Desde eso hasta la emisión de visas: que el Canciller de Irán pueda ir a Nueva York, como es su derecho, el derecho del pueblo iraní, puesto que ahora solo se puede trasladar del aeropuerto a la misión de Irán, de la misión de Irán a la ONU, a la sede, pues, al edificio. ¿Cómo es eso? ¿Dónde está eso contemplado en la Carta, en el acuerdo de países? Hay diplomáticos de Irán, o de Venezuela o de Rusia que se les niegan las visas y que van a Nueva York a ejercer sus funciones. Nosotros no tenemos la culpa de que esté en Nueva York la sede principal de las Naciones Unidas, ojalá no estuviera allí. Leyendo Andréi Gromyko, el gran Canciller que fue representante de la Unión Soviética en las Naciones Unidas, cuando se creó Naciones Unidas en el año 45,  dentro de las discusiones que se dieron, decía que los países de entonces quisieron que estuviera en Estados Unidos la sede de la ONU porque sería la única manera por la que Estados Unidos medio respetaría a la ONU. Tenía razón en ese momento Gromyko. Y ahora aún estando en Nueva York,  no la respeta, es increíble.

El otro grupo no es para enfrentar a nadie. Es para aprender; nosotros hemos aprendido. Que nuestras refinerías hoy estén andando tiene que ver con la experiencia de Irán; que si nos están escuchando por radio o televisión en este momento, sepa que puede usted poner gasolina en su vehículo o en su camión de carga, o en su empresa, en su fábrica, tiene que ver mucho con Irán. Esa relación que fue desde pequeñas fábricas de procesamiento de alimentos, fábricas de todo tipo, industriales pequeñas, medianas y que ya tienen un nuevo nivel.

Por eso, querido compañero Zarif, para nosotros desde Venezuela y desde el Instituto Samuel Robinson para el Pensamiento Original es un orgullo poder compartir con uno de los ministros de Relaciones Exteriores más destacados de este momento histórico en el que no le van a aceptar nunca la renuncia, no se la vamos a aceptar nunca los pueblos del mundo. Así que bienvenido, señor Zarif, a Venezuela. Espero que pueda darnos luces sobre tanta resistencia y tanta batalla de un pueblo que queremos y que amamos como el de la República Islámica de Irán.

¡Muchísimas gracias!

AUTOR
Instituto Samuel Robinson
ASOCIADO