Las guerras encubiertas se orientan como método de combate contra Rusia, China y sus aliados

EE.UU. y la reconfiguración de la guerra irregular

En la medida en que Rusia y China han equiparado su poderío militar frente al de EE.UU. en la última década, el imperio ha visto en las guerras semiclandestinas, focalizadas y desreguladas, una ruta alternativa para sostener su hegemonía.

Panorama: Las transformaciones geopolíticas de los últimos años han modificado sustancialmente las reglas tradicionales que rigieron el desarrollo de los conflictos armados durante los siglos XIX y XX. El arte de la guerra, en tal sentido, se ha vuelto más irregular, difusa y menos convencional.

Aparato: El Comando de Operaciones Especiales de los Estados Unidos, dirigido por el general Richard Clarke, es la institución que encabeza las acciones bélicas de carácter híbrido o irregular en países donde EE.UU. busca sostener su presencia militar y económica sin afrontar los costos políticos de una intervención directa con rasgos convencionales. El comando lo constituyen miembros de SEAL, Boinas Verdes y Delta Force, se encuentra activo en 80 países (incluyendo Colombia), 75 mil efectivos y también contratistas civiles.

Rol: El comando, a modo de ejemplos icónicos, participó en la cacería contra el narcotraficante Pablo Escobar y Osama Bin Laden. El año pasado ejecutó el asesinato del general iraní Qasem Soleimani, dando cuenta de un tipo de actuación excepcional, desregulada y encubierta, con un bajísimo nivel de escrutinio público y control por parte de la autoridad presidencial.

Funciones: Como resume Nick Turse en The Intercept, el comando se especializa en: asistencia de fuerzas de seguridad, guerra no convencional y “acciones directas” como asesinatos profesionales mediante redadas o bombardeos con drones contra figuras designadas previamente como “terroristas” o “criminales” por EE.UU.

Cambio: El asesor de seguridad nacional Jake Sullivan, según fuentes consultadas por el New York Times, habría impuesto recientemente una restricción para limitar los ataques con aviones no tripulados y otras operaciones clásicas del comando. La acción implica un regreso a los procedimientos de la era Obama, cuando el mismo presidente era quien autorizada los asesinatos selectivos y los bombardeos focalizados. Esto le proporciona a Biden (mediante la influencia de un actor belicista como Sullivan) la capacidad de dirigir, directamente, campañas de guerra no convencional contra países y líderes previamente criminalizados como terroristas.

Ampliación: Ahora mismo existe un proceso de adaptación y ampliación por parte del comando. La idea, según lo expresado por el general Clarke en el Senado de EE.UU. recientemente, es llevar la guerra irregular al conflicto denominado de “grandes poderes”. Es decir, que el comando despliegue operaciones de guerra convencional (apoyando elementos insurgentes locales o extranjeros) en países donde Rusia y China tienen intereses estratégicos, pero también en sus espacios geográficos contiguos.

Por qué es importante: Como ha afirmado James Hecker, subdirector de operaciones del Estado Mayor Conjunto de EE.UU., el comando y su configuración jurisdiccional permite el uso tercerizado de “fuerzas sustitutas viables diseñadas para lograr los objetivos [de contraterrorismo] estadounidenses a un nivel relativamente de bajo costo en términos de recursos y especialmente en riesgos para nuestro personal. Con las restricciones de Sullivan, ahora la Casa Blanca tiene nuevamente la autoridad de determinar asesinatos selectivos y campañas de guerra no convencional de manera encubierta. Es evidente que estas maniobras implican un reacomodo en los dispositivos de guerra de EE.UU., frente a lo cual Venezuela debe estar prevenida dada la criminalización contra su jefe de Estado, Nicolás Maduro, acusado falazmente de vínculos con el “narcoterrorismo”.

VARIANTES
ASOCIADO